Pss… un segundo de atención. Voy a empezar
este post haciendo una confesión.
Hola, me llamo Mónica y no sé tomar
decisiones. O más bien debería decir: no sé tomar decisiones a tiempo.
La parte buena... que es un defecto compartido, y mal de muchos... ya se sabe.
Tomar decisiones importantes es lo más difícil
del mundo. Significa escoger un camino y dejar otros atrás. Y el problema es
que no tienes ni idea de dónde te van a llevar, ni el uno, ni los otros.
Los “y si…” y los “pero si” son las minas
antipersona de la toma de decisiones. Atacan a la cabeza, al corazón…
posiblemente la intuición sea la única que esté inmunizada contra su constante
picoteo.
Y luego hay otra cuestión que nos encadena.
Un buen amigo que sabe mucho más que yo de economía (no es difícil, pero él sabe) me explicó que
en España no sabemos hacer negocios porque no sabemos cortar a tiempo algo que
sabemos que no funciona. Es decir, que nos está produciendo un perjuicio o nos
lo va a producir a corto, medio o largo plazo. Porque hemos invertido mucho: nuestro tiempo, dinero, esfuerzo… y nos
negamos a aceptar que todo eso se vaya al cubo de la basura. Así que seguimos, lo prolongamos. Dijo que se llama “teoría
del gasto histórico”.
La analogía con lo personal
es demasiado fácil de hacer… Y digo analogía y no metáfora, porque siendo obvia
la relación, el significado toma forma propia en el plano personal. Cada quién
lo puede aplicar al ámbito de la vida que le tenga en una encrucijada en este
momento. La teoría vale para cualquiera.
La cuestión es que estamos confundiendo el
planteamiento, no sé si estaréis de acuerdo. El gasto histórico es pasado. Lo más probable es que si dejamos
de emplear nuestro esfuerzo y empeño en un proyecto condenado, dispongamos de
ellos para hacer cosas mucho más productivas. Lo bueno es que todo lo que hemos
invertido no se va a la basura. Yo no estoy de acuerdo con Alejandro Sanz con
que las dudas van al cubo
de los verdes. Lo que hemos puesto es nuestro, y se recicla. Se convierte
en experiencia, conocimiento, fuerza. Aprendizaje, al fin y al cabo. Que es el
activo más valioso que podemos tener.
Voy a copiar algo que una amiga puso en su
muro de Facebook: “La
vida está para adelante, nunca para atrás. Porque si andas por la vida dejando
puertas abiertas, por si acaso, nunca podrás desprenderte ni vivir lo de hoy
con satisfacción. Cierra la puerta, pasa la hoja, cierra el círculo. Es salud
mental” (gracias, Tatiana Belchi).
Lo puso unos días después de que yo hubiera
llegado a una conclusión parecida. A veces dar un portazo te deja sorda un
tiempo. Si no lo haces bien incluso puede destrozarte una mano o algo peor.
Pero con el portazo puede llegar una corriente de aire que hace que se abran
ventanas … y que entren luz y aire limpio para respirar.
Así que siguiendo mi lema aprendiendo, siempre aprendiendo… creo
que voy a empezar a aprobar la asignatura de la vida “Tomar decisiones”. Nunca es demasiado tarde.
Le das a todos los palos... habrá que enviarte a charlar a la tele, jejeje. Dicho esto, qué razón tienes...
ResponderEliminarCuesta mucho tomar decisiones por uno mismo, aún más cuando tenemos la ilusión de acertar sin morir en el intento.
Quizás haya llegado el momento de que existan personas que puedan dirimir estas cuestiones, al fin y al cabo tan transcendentales en nuestras vidas y con tantas repercusiones... ¡Qué felices seríamos!... O no.
No estamos contentos con nuestras decisiones porque son nuestras y erramos. ¡Cómo nos gusta cuando alguien tiene una frase inspirada que hace que se abra el cielo! Aunque a veces nos abra el suelo bajo los pies...
Lo que sentimos aún más adentro es la satisfacción y orgullo en el momento que acertamos por nosotros mismos.
¡Qué grandes somos!... y qué pequeños...
Sí, es difícil tomarlas...pero dado el paso se queda uno tan a gusto!!! <3
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