domingo, 23 de septiembre de 2012

El día más importante del año

Hoy es el día más importante del año en mi calendario. Un 24 de septiembre mi vida cambió. Para siempre. Para mejor.

No tiene mucho sentido que invierta tiempo en explicar lo que significa ser madre. Para quienes tienen hijos, no hará falta. Para los que no... sencillamente no hay capacidad verbal o escrita capaz de expresar este sentimiento.


El amor tiene muchas dimensiones, es posible amar de formas muy diferentes a distintas personas. Incluso amar a la misma persona de forma diferente en distintos momentos. Creo que la capacidad de dar amor es uno de los mayores dones que se pueden disfrutar como ser humano. A lo largo de tu vida amas a tus padres, a tus hermanos, a otros miembros de tu familia, a tus amigos y por supuesto a tus parejas. Sin embargo, uno no conoce lo que significa realmente amar a alguien hasta que, ante la pregunta “¿darías la vida por ella?” lo único que se te ocurre responder es “¿CUÁNDO?”.

Este post estaba prácticamente terminado hace dos días y un capricho del Mac lo hizo desparecer anoche. Ahora escribo de nuevo mientras escucho el ritmo de su respiración después haber caído rendida tras un fin de semana de celebraciones agotador. He decidido no intentar transcribir lo que había puesto, pero sí había dos ideas que me gustaría recuperar.

La primera tiene que ver con la felicidad.


Cuando estaba embarazada una persona me preguntó si era feliz. Fue una pregunta inesperada, fuera de contexto, como un pellizco en medio de una conversación profesional. No tardé ni un segundo en contestar. Sí. Ella estaba de camino. No tenía ni idea de lo que implicaría, pero era muy feliz.


Hace poco veíamos juntas Hook. Peter Pan no sabe que lo es, y ha olvidado volar. La clave para conseguirlo son los pensamientos felices. Peter Banning no es capaz de volar hasta que no descubre que su pensamiento feliz son sus hijos. Entonces sí, es capaz de subir, bajar, dar volteretas y flotar en el aire. De repente comprendí la metáfora. Yo soy capaz de volar y hacer acrobacia en el aire desde que, aún embarazada, inventaba letras de canciones para cantarle como nanas. O cada vez que construyo un cuento de piratas y princesas que me pide para comer. Cuando surge de la nada una felicitación de Navidad después de un rato improvisado haciendo manualidades juntas.  Y floto en el aire, sin más, cuando la observo jugando sin que se dé cuenta. O en momentos como ahora, escuchando su respiración y mirando su carita mientras duerme.



La segunda idea que quería recuperar es sobre el uso de las palabras.

Normalmente, cuando alguien te pregunta quién eres, puedes contestar con: a) cómo eres;  b) lo que haces o a qué te dedicas; c) lo que pretendes. Cualquiera de esas respuestas se queda incompleta. 

Leí en una entrevista a Michele Obama que, cuando le preguntaban quién era, respondía “la mamá de Sasha y Malia”. No contestaba “la primera dama de Estados Unidos” ni hablaba de sí misma como una brillante profesional, con títulos universitarios de Harvard o Princeton. Me encantó. Porque es así. De repente un día te encuentras diciendo “soy la mamá de Sonia” y resulta que es la definición más exacta, atemporal, y que te identifica mejor que cualquier otra que se te ocurra.

Siempre he pensado que el lenguaje determina la realidad (me apasiona cómo lo expone Paul Auster en distintas novelas). En ocasiones veces viciamos los conceptos por culpa de frases hechas y palabras que no se utilizan correctamente, y muchísimas expresiones deberían corregirse. Aún recuerdo un profesor del colegio que no decía “yo me llamo Fulanito”, sino “a mí me llaman…” Y tenía toda la razón.

Las relaciones basadas en el amor entre dos personas, cualquiera que sea el tipo de amor, no deberían estar encorsetadas por la preposición “de”. “De” nos transmite un cierto significado de posesión. “Soy amiga de”, “soy la mujer de”. ¿No sería mucho más apropiado (o simplemente más generoso) utilizar “para”, “con” o “por”? Ser para alguien o estar con alguien expresa una relación voluntaria y libre. Como dice Paulo Coelho, “tener lo más importante del mundo sin poseerlo”.

Sin embargo, ese “de” no me molesta, todo lo contrario, cuando me defino como “la mamá de Sonia”. No existe utilización más apropiada. Porque un día el centro de gravedad personal sobre el que gira tu mundo se traslada a un ser humano diferente. Y te das cuenta de que el universo es más grande, y mucho más bello, ahora que la órbita se ha trasladado a este nuevo centro. 

Nunca ser de alguien tiene sentido. Excepto cuando eres de tu hija, SU mamá. Entonces cobra todo el sentido del mundo.

Mi existencia cobró sentido hace 4 años.


FELIZ CUMPLEAÑOS MI VIDA.