sábado, 14 de diciembre de 2013

Para qué

En la mayoría de las ocasiones, cuando nos preguntamos ¿por qué? La respuesta que obtenemos no tiene nada que ver con aquella de nos devuelve la cuestión ¿para qué?

Muchas veces, ¿por qué?, cuando se refiere a lo que hacemos, se responde de forma automática: porque sí, porque es así, porque siempre se ha hecho de esta manera, porque es lo que tienes que hacer, porque toca, porque lo hace todo el mundo.

Meeeeec (ruido de bocina, como el del Un, dos, tres): ERROR. Si estas son nuestras respuestas, es urgente que nos preguntemos para qué.

Porque si encandenamos varios paraqués, nos damos cuenta de que los porqués que habíamos respondido no tienen ningún sentido.

Es muy famosa la historia del hombre rico que después de una dura vida de trabajo y sacrificios personales por fin puede emplear el dinero ganado para tumbarse en una playa caribeña. A su lado, tumbado también, un lugareño pobre observa junto a él el vaivén de las olas. El hombre rico le pregunta qué hace allí tumbado, sin trabajar, y le expone su dura trayectoria, todo el trabajo, el esfuerzo, el éxito obtenido. ¿Para qué? Para estar en el mismo lugar, disfrutando del mismo sol en la cara, del mismo sonido del mar en sus oídos.






El para qué es lo que da sentido a nuestra vida. Es nuestra playa. Tener un trabajo que dé sentido a nuestra vida. Pasar tiempo con nuestros hijos o mayores. Desarrollar nuestro talento disfrutando de un hobby... las playas tienen mil y una formas. Visualizar nuestra propia playa es lo que nos ayuda a marcar los objetivos, los plazos y la inversión necesaria para conseguirlos. En términos de tiempo, de dinero, de elecciones difíciles que es necesario realizar.

Últimamente mis porqués y mis paraqués andan un poco peleados. Releo el post ¿Tú que tomas para ser feliz? Y me reafirmo en que aprender a tomar decisiones es posiblemente la asignatura más difícil de una carrera de largo recorrido, en la que la evaluación es continua.


viernes, 13 de septiembre de 2013

Médula para Mateo

En algunos sitios he leído la palabra "campaña" para definir lo que está pasando con lo que están haciendo los padres de Mateo Schell para conseguir un donante. 

Tras más de 15 años dedicada al marketing y a la comunicación casi me vence la tentación de escribir sobre este fenómeno bajo esa perspectiva. "Médula para Mateo" se convertirá sin duda ninguna en objeto de multitud de entradas de blogs especializados en social media, en caso de estudio en escuelas universitarias y, previsiblemente, en una buena película (con ese final feliz que tanto deseamos todos) si un buen guionista se esfuerza un poco. 

Pero por increíble que parezca, de marketing es de lo poco sobre lo que no escribo. Y desde luego, no creo que "Médula para Mateo" fuese concebido como una campaña. Apuesto a que la idea de hacer un blog y unos perfiles sociales no aspiraba en un primer momento a conseguir el impacto social que está teniendo. Mi opinión, es que surgió como un intento de dar a conocer el caso de Mateo y toda la información relativa a la donación de médula ósea, con la suerte de que Mateo tiene un papá que conoce a un montón de gente que tiene multitud de seguidores. La lógica es cartesiana: a mayor difusión, mayor sensibilización, y cuantos más donantes para todos, más opciones para Mateo. 

Desde aquí, toda mi admiración por convertir una lucha personal en cruzada por el bien de tantos otros. 

Porque sin duda se ha convertido en un fenómeno masivo. Comentes con quien comentes, prácticamente todo el mundo conoce a Mateo. 

Despotricamos de nuestro país, de la corrupción, de los vagos y maleantes que diría alguno. Pero hay también otra cara de la realidad. Recuerdo la avalancha en los hospitales después del 11-M, que mandaban a la gente a casa porque las reservas de sangre estaban llenas. O más recientemente, la atencion a las víctimas del accidente de tren de Santiago por bomberos que dejaban su jornada de huelga o médicos fuera de turno. Son tantas y tantas personas, famosas y anónimas, que están ayudando a difundir #médulaparaMateo, tantos conocidos que ya han tomado la decisión de donar o que lo harían si pudieran... Tal vez no seamos tan malos, o tal vez los buenos (¡tantos buenos!) deberían salir a relucir más a menudo y no sólo ante una desgracia.

Yo me enteré del caso de Mateo por Twitter, horas después de que su padre lo escribiera. Inmediatamente me vino una imagen del verano anterior, donde coincidimos en un restaurante del barrio. Allí estaba Lucas, su hermano. Más guapo... Rebusqué en la memoria... no, Mateo no existía por aquel entonces. 

Es sorprendente la sensibilidad que se desarrolla de forma automática cuando eres madre frente al sufrimiento de un niño. La empatía inmediata con sus padres. Cuando leí aquellos primeros tweets, casi pude sentir en las entrañas su miedo. 

Médula para Mateo
Con Mar, en el Centro de Transfusiones
No sé por qué, pero desde que conocí el caso, una pregunta no dejaba de rondar por mi cabeza: "¿y si fueras tú? ¿y si en tu médula estuvieran las células madre compatibles para Mateo?"  Empecé a informarme, a leer... y resulta que nada aseguraba que si yo donaba fuera para Mateo. Que una vez tomada la decisión, entras en un banco mundial de donantes, que el proceso es completamente anónimo, para donante y paciente... Y entonces piensas... ¿qué más da? Entonces reformulé la pregunta: 

¿Y SI TÚ TUVIERAS LA LLAVE PARA SALVAR LA VIDA DE UN SER HUMANO?

Desde luego, sólo hay una respuesta.




Pero ojo, una respuesta argumentada desde la reflexión personal. En mi caso son fundamentalmente dos los motivos:

- Por responsabilidad: La hermana mayor de mi padre murió de leucemia cuando tenía 23 años. Y el maldito, maldito cáncer, no deja de hacer estragos por donde quiera que mires. No me da vergüenza confesar que si no fuese madre lo más probable es que ni me hubiera planteado tomar esta decisión. Pero no puedes evitar pensar que te puede pasar a ti, que podría ser tu hija... y que dependerías de la generosidad de un extraño. En ese momento tomas conciencia de que tienes una responsabilidad: la de ofrecer un porcentaje un poquito mayor de posibilidades a cada uno de los pacientes que esperan un donante.

- Por gratitud. Dios y la Vida han sido extremadamente generosos conmigo hasta hoy. Nunca me ha faltado amor, salud y he tenido la suerte de nacer en una familia sin problemas económicos (y tremendamente trabajadora). He podido estudiar y trabajar cuando tocaba, y hacer una pausa para recolocarme cuando lo he necesitado, porque estaba cubierta. Cuando he perdido algo valioso me ha servido para apreciar más si cabe lo que permanece y me ha presentado nuevas posibilidades de crecimiento interior, haciendo hueco para cosas muy buenas que tenían que llegar. Me siento muy afortunada por todo lo que tengo, y es necesario devolver algo, algo importante, (no basta simplemente con no ir pisándole el callo al de al lado, eso no suma puntos de karma). Siempre he tenido la sensación de que podía hacer algo más, y era una cuenta pendiente en mi vida.

Y una vez expuestos los motivos, no puedo olvidarme de la causa que ha terminado de rematar la decisión de hacerme donante: contar con todo el apoyo necesario para hacerlo. 

Entre mis propósitos para este 2013 se encontraba uno importante (copio del post que puse en Facebook el 31-12-12): "tener cerca de mí a personas que hacen el mundo, el suyo y el de quienes les rodean, un poquito mejor." Sin duda acerté... gracias a estas personas yo también soy mejor y he sido capaz de tomar una decisión de la que me siento orgullosa. 

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Si queréis informaros, tenéis toda la información en:

Médula para Mateo
Organización Nacional de Transplantes - Donación de médula ósea
Fundación Josep Carreras contra la leucemia

Si queréis donar en Madrid, no os molestéis en llamar por teléfono porque no funciona. Es mucho más ágil por correo electrónico: donarmedula@salud.madrid.org

#médulaparaMateo
#M4M
#portodoslosmateos

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P.D. Leí hace poco esta frase: 


Las grandes oportunidades para ayudar a los demás rara vez vienen, 
pero las pequeñas nos rodean todos los días. 
Sally Koch

Para quien no se decida a donar, en este vídeo hay algunas ideas sobre cómo salvar una vida. Tampoco viene mal ponerlas en práctica.



viernes, 14 de junio de 2013

En casa

Dicen que el roce hace el cariño y que con el tiempo te acostumbras a todo. No creo que sea cierto. Hay lugares en los que, no importa cuántos años permanezcas, siempre te sientes de paso. Hay personas con las que las circunstancias te obligan a convivir y con las que nunca se llega a conectar.

Afortunadamente, en algunas ocasiones, también sucede lo contrario. Espacios y personas que te acogen, que te hacen sentir libre (rotundamente tú, que diría Vega). Aunque apenas acabes de aterrizar, te hacen sentir en casa.

Yo, que siempre rasco en las causas de todo, me pregunto por qué. Y llego a una primera conclusión: depende de nosotros mismos (posiblemente una parte importante). Porque ya se sabe, no vemos el mundo como es, lo vemos como somos. Y más concretamente, lo vemos como estamos

Pero no me cabe ninguna duda de que otra parte, no sé si igual o más importante que la anterior depende de lo sale de nuestro control, lo que no podemos modificar. Y es que ese lugar, esa persona… sean adecuados para nosotros en este preciso momento.

Sucede en las relaciones personales, en los trabajos… hay cosas que están hechas para uno, y otras, simplemente, NO. Podemos empeñarnos en un principio. Intentar adaptarnos, echar a un lado lo que no nos encaja… Al final, pan para hoy y hambre para mañana.

En un vídeo fantástico sobre la felicidad en el trabajo se plantea una pregunta que deberíamos hacernos cada día de nuestra vida:

¿Puedes ser tú mismo en el trabajo?
Si la respuesta es NO,
cambia de empresa,
tarde o temprano te quemarás.

Si la respuesta es SÍ
demuestra tus emociones, positivas o negativas
transmite tus opiniones, positivas o negativas…

¿Sólo aplicable al trabajo? Mmmm… No, desde luego que no.

Y ya que me pregunto por qué... es inevitable preguntarse cómo. ¿Cómo damos con esa persona, con ese lugar, con ese destino profesional que nos hace felices, que nos deja ser nosotros mismos. ¿Por casualidad? ¿Por suerte? Sí, por ambas. Y me explico.

¿Qué es una casualidad? No es más que la coincidencia en el tiempo y en el espacio. Esa coincidencia es efímera y puede esfumarse por no girar la cabeza, como les pasó a Anna y Otto en la Plaza Mayor de Madrid, o por borrar un correo electrónico sin leer su contenido porque el remitente no había mandado nada de interés antes.

¿Y qué es la suerte? Siempre he pensado que es algo que pasa por encima de nuestras cabezas. Tiene que coincidir que tengamos los ojos abiertos, que en ese momento miremos hacia arriba, la veamos pasar y voluntariamente pongamos en marcha los mecanismos necesarios para saltar, alargar el brazo, alcanzarla y cerrar la mano para hacerla nuestra. Y es curioso… normalmente es necesario haber entrenado muy duro antes para dar ese salto y que sea lo suficientemente potente para llegar al punto necesario. Muchos saltos previos en que no había resultado, salvo el propio entrenamiento.

Ayer estuve en el segundo Inspiration Day de Womenalia. Se habló de suerte (de esa que cuando llega, te pilla trabajando), de miedos, de talento, de ilusión, de creer en un@ mism@ y en que lo que haces tenga sentido. De tener a un compañero en la vida que te ayude a llegar tan lejos como tu potencial permita. De muchos temas que de alguna manera ya se tocaron el año pasado, pero para mí fue muy diferente. 

Decía al principio que vemos la realidad como somos, o más bien como somos. En mi caso, soy la misma de hace un año. Me volví a emocionar con una madre excepcional, en este caso Teresa Perales, disfruté de la magia y me sentí identificada con los procesos personales con puntos de crisis de mujeres que me parecen todo un ejemplo. Salí inspirada, ése era el objetivo, y una semillita se ha asentado en mi cabeza. Tiemblen...


Eso ha sido posible porque no estoy igual que hace un año. Gracias a la casualidad. Gracias a la suerte. Y sobre todo, gracias a los palos que sirvieron para construir mi puente... hoy me siento en casa. LJ.

sábado, 20 de abril de 2013

El puente



¿Os habéis fijado en cómo está el paisaje? Hay vistas que quitan la respiración. Durante el invierno ha hecho tanto frío, ha llovido tanto, que ahora que llegó la primavera y ha salido el sol las plantas están radiantemente verdes, el cielo azul, y eso contrasta de una forma bellísima con los rastros de nieve que quedan en las cumbres.

Cuando veo esos colores y siento el calor de la luz del sol en la piel me siento optimista. No es para menos.

Nunca un invierno fue eterno... Al principio pensé que la vida, sencillamente, se había cansado de darme palos. Que ya estaba bien, que simplemente se había aburrido.

Pero la vida, que es mucho más sabia que yo, tenía otro propósito. Los palos seguían cayendo implacables, uno detrás de otro. Al final se van amontonando, y empiezas a pensar qué puedes hacer con ellos. Puedes usarlos para seguir golpeándote a ti misma, a ver si duele igual (o más, o menos...) O para golpear a otros. Seguro que alguien los está manejando ahí fuera, aunque no se vea la mano. 

Pero ya que caen y apenas puedes defenderte, a medida que vas cogiendo resistencia, intentas pensar en hacer algo útil con ellos. Como por ejemplo, una construir una cabaña. Parece buena idea, eso puede protegerte. O una escalera… pero vaya… hace falta algún sitio donde apoyarla.

Yo hice otra cosa. Casi casi sin darme cuenta, empecé a CONSTRUIR UN PUENTEPoco a poco, fui poniendo un palo junto a otro. Unos aquí, otros allí. Los más gordos servían como pilares. Alguno atravesado… eché mano también de algunos materiales que tenía guardados. 

Un día la vida dejó de darme palos. Ella sola decidió que yo ya no necesitaba más, que mi puente estaba construido, era suficientemente largo. Así que me decidí a cruzarlo, había empezado mi viaje.

Hace un par de meses llegué al otro lado. Resulta que descubrí un lugar maravilloso, con colores que brillaban a la luz del sol ¿o eran mis ojos los que apreciaban mejor esa intensidad?. Cuando miro los paisajes que nos alegran los ojos esta primavera no tengo clara la diferencia. Sin duda, un paisaje inesperado... de los que se disfrutan mucho más. 

Además, ¡en ese lugar suena la música! Y quien tiene alma de bailarina acaba volviendo a bailar, no importa cuánto le hayan pisado los pies antes.

No hace falta que explicite la moraleja, ¿verdad? Sólo queda dar las gracias por los materiales para el puente.

domingo, 27 de enero de 2013

Ideas para una sociedad mejor - NOW, a place for possibilities


Sábado. 16:15h. Enero. 16 grados, un día espectacular. Y en lugar de irme a un parque a dejar que el sol me hiciera cosquillas, me adentré en la Central de Diseño del Matadero de Madrid sin saber muy bien qué me iba a encontrar en las siguientes seis horas.

NOW, a place for possibilities. Sonaba bien. Conociendo un poco a la organizadora (Irene Gil, Directora de la consultora de branding Grasp, marcas con sentido), viendo el plantel de ponentes y algo picada por los teasers de Facebook, no dudé mucho cuando me llegó la invitación y vi que ese fin de semana estaba en blanco en la agenda.

Sólo puedo decir que fue una gran decisión. Cuando he tenido que explicar sobré qué trataba el evento la mejor definición que he encontrado ha sido: una puesta en común de ideas para hacer una sociedad mejor.

Porque hay ideas. En este momento en que todo parece tan negro, en que todos nos contamos desgracias unos a otros, existen iniciativas para cambiar las cosas. Y lo que es mejor aún, esas ideas no sólo están formuladas, sino que se materializan en proyectos detrás de los cuales hay personas dispuestas a poner su esfuerzo, su talento y su tiempo. ¿A cambio de qué? De ayudar a otros, de reivindicar una sociedad más justa, un modelo económico sostenible y respetuoso con el medioambiente. Y resulta que para estas personas esa retribución es increíblemente valiosa.

Fue una jornada tremendamente especial, que me cautivó desde el primer momento, con Juan Fernández-Aceytuno estructurando su ponencia a golpe de haiku (¡me confieso muy fan!) hasta el último, en que de forma improvisada acabamos todos dándonos un aplauso -literalmente- al ritmo de una canción que Julián Bozzo iba componiendo con las aportaciones de los que estábamos allí (más fan todavía).

Porque eso es la vida, se mire desde donde se mire. Ir componiendo con los elementos que van surgiendo. Pocas veces interpretamos una partitura predefinida y aprendida; más bien tenemos que ir improvisando. De repente nos quitan el instrumento de cuerda que empezábamos a tocar con destreza y nos ponen en las manos uno de percusión. ¿Y ahora qué hago yo con esto? Quien tiene la voluntad y ese punto especial que marca la diferencia no sólo consigue que la música siga sonando. Además, logra que la canción suene de maravilla y que la hagan aún mejor los coros y palmas de quienes tiene alrededor.

En NOW se habló de responsabilidad sostenible, del trinomio instituciones-empresas-ciudadanos, pero sobre todo, de empezar por la responsabilidad individual. De principios, de valores, de cambiar las cosas desde dentro, de personas, de gestión del cambio, de responsabilidad en el consumo, de banca ética (sí, sí, va en serio), de la importancia de escuchar, de marcas con propósito, de transparencia, de educación, de pensamiento sistémico, de diseño sostenible, de nuevos modelos de ciudades, del activismo que todos y cada uno podemos llevar a cabo para mejorar nuestro entorno y denunciar aquello que lo perjudique gracias a las redes sociales, de la importancia del emprendimiento social y de muchísimas cosas más.

Si alguien le ha picado el gusanillo y quiere saber más, aquí está el vídeo de toda la jornada. Es largo y lo peor es que os perderéis las nubes que nos dieron en el descanso, pero merece la pena (empieza en el minuto 3:30, y sí, son cinco horas y media):




Siempre he defendido la teoría de que si cada uno hacemos mejor el círculo que nos rodea, si quienes tenemos al lado hacen lo mismo, la zona "limpia" se irá extendiendo. Algo parecido a lo que cuenta la película de Cadena de favores, pero de manera más estructural. 

En una pared había un mural... ¿Cómo podemos hacer las cosas mejor? 
Uno de mis post-it ponía: 


CRITICAR MENOS, 
PROPONER MÁS. 


Creo que todos, en mayor o menor medida, tenemos alguna idea que puede hacer el mundo (por cerca que esté, también es el mundo) un poquito mejor. 

Así que voy a pedir prestado un par de Haikus para dar un empujoncito a todo aquel que tenga una de esas ideas:



       Piensa… decide 
  Suelta amarras y lastre
      Salta, sin miedo.

Y qué mejor momento para hacerlo, que AHORA.

jueves, 10 de enero de 2013

Las lágrimas de las princesas


Es curioso que dos personas que nada tienen que ver entre sí te manden en un plazo relativamente corto de tiempo el mismo mensaje. O no, tal vez las redes sociales pulverizado la teoría de los seis grados y whatsapp ha puesto vías de alta velocidad a la propagación determinados mantras.

El texto viene a decir “Tú eres una princesa, y las princesas no lloran por nada. Así que cuando tu corazón esté triste, no lo demuestres, sigue adelante; cuando sientas que te caíste no te quedes allí, levántate y sigue. QUIÉRETE, VALÓRATE, ÁMATE, QUE TÚ VALES ORO, así que cuando te digan ‘no eres lo que necesito’ dile: No, porque soy MÁS de lo que tú buscabas.”

Voy a decir que más o menos acepto el mensaje a partir del punto y coma y con matices… Pero reniego con todas mis fuerzas de las dos afirmaciones contenidas en la primera frase.

Primera refutación: Yo NO soy una princesa. Obviamente no hablamos de linaje, hablamos de esa imagen mental de las princesas que tan flaco favor nos ha hecho a las mujeres y por la cual el genio Walt Disney tendrá que responder el día del Juicio si no lo está purgando ya.

Segunda refutación: Llorar es sanísimo. Cuando el corazón está más oprimido de lo que puede soportar, o tan lleno que corre peligro de reventar, necesita una vía de escape. Las lágrimas que no se derraman se van cristalizando. Y se pegan creando una peligrosa coraza. Porque parece dura pero no lo es. Y cuando se rompe (porque llega el momento en que se rompe)… todos sabemos lo que pasa cuando un cristal se rompe, ¿verdad?
Mérida, protagonista de Brave,
la última película de Disney-Pixar


Así que no. No soy una princesa. En este mundo cada vez hay menos margen para princesas impecables que esperan dormidas el beso de amor de su príncipe azul que las salve y las haga vivir felices para siempre. Y si no, que se lo digan a los sucesores del antes mencionado, que han tenido que cambiar "un poquito" el modelo de mujer que venden a las niñas de hoy.



Soy una mujer. De carne y hueso, que vive en este mundo y no en un cuento. Y estoy viva. Yo sé que estoy viva porque siento. Cuando toca disfrutar, disfruto. Cuando toca sufrir, no soy capaz de pasar de puntillas. La energía es un recurso limitado, y hay que dedicarla a sacar lo mejor de cada una de esas situaciones. A veces hace falta más que energía para eso. Y a aprender. Si la empleamos en disimular por no darle a otra persona la “satisfacción” de vernos mal, nos estamos equivocando. Orgullo inocuo y mal entendido.

Así que cuando mi corazón está triste, lloro. Cuando está feliz, sonrío. Cuando ama, lo demuestro. Y le digo lo que siento a quien tengo que decírselo… sea para bien o para mal. Que por mi parte no quede. 

Porque una persona no deja de quererse por mostrar lo que siente. ¡Todo lo contrario! En realidad es una muestra de mayor valor. Mayor, y más auténtico.