lunes, 25 de diciembre de 2017

Guardianes de la ilusión

   “Mamá, esto de los Reyes Magos y el Ratoncito Pérez… ¿es  cuestión de magia o tú tienes algo que ver?”

Y así, sin anestesia, te encuentras con la pregunta más complicada a la que se puede enfrentar una madre. Infinitamente más difícil que cualquiera que se nos pueda ocurrir sobre sexo (para las que hay que estar preparada también, por cierto).

En ese momento quieres activar la máquina del tiempo y volver atrás. Dos, tres, cuatro, siete años. Pero no puedes. Respiras hondo. Valoras tus opciones. Ves que aún hay un resquicio de inocencia y tomas una decisión. Decir la verdad. Sólo una parte de ella.


     “Claro que es cuestión de magia”


Si tienes suerte, antes de que continúen las preguntas (ante las que cuales te sentirás condenada como frente al un pelotón de fusilamiento), llegará alguien caído del cielo que interrumpirá la conversación. O tal vez le hayas dado la respuesta que quería escuchar para no tener que enfrentarse a una realidad que implica que ya es menos niña. Eso da miedo (y no sólo a ti), y al fin y al cabo, a veces querer creer es más importante que creer a secas.

Ella parece tranquila, pero tú te quedas rumiando… Sobre todo lo anterior, pero principalmente, sobre lo importante que es cuidar la magia.

Si hay algo importante por lo que merezca la pena luchar y cuidar en esta vida es la infancia. Es, sin lugar a dudas, lo mejor de nuestra especie. La inocencia es uno de los dones más maravillosos con los que contamos, y los adultos tenemos una misión: salvaguardarlo. Tal vez sea una de las tareas más importantes que nos sea encomendada: ser los guardianes de la ilusión. 

En estas fechas de Navidad la misión se vuelve especialmente ardua. Los peligros acechan por doquier: publicidad en los medios, contenidos en redes sociales, personas cargadas de bolsas que nos cruzamos por la calle... No hay entorno seguro, y especial peligro suponen las visitas a centros comerciales, que organizan actividades infantiles para atraer público y donde adultos agobiados por las prisas no son conscientes de quién está detrás en una fila, al otro lado de un mueble o escondido detrás de las piernas de su madre, dentro de un ascensor.

Podríamos pensar que la amenaza más letal son hermanos, primos o amigos mayores. Pero ¡NO! Si sus adultos correspondientes lo han hecho bien, les habrán captado para la causa. Habrán celebrado su correspondiente ceremonia para que se incorporen al privilegiado cuerpo de "guardianes de la ilusión" y se tomarán esa misión con toda la seriedad que conlleva. Saben mejor que nadie lo que está en juego.

Donde realmente está el peligro, y todos deberíamos ser conscientes, es las conversaciones captadas sin intención. 

Tomé conciencia cuando me convertí en madre. Desde entonces, jamás (¡JAMÁS!) digo nada que no pudiera decir delante de mi hija. En ninguna circunstancia. Mi lenguaje se ha transformado en uno apto para todos los públicos, incluso en entornos 100% de adultos. Cuando hablo con mis padres, con mi marido o amigos, cuento lo que quiero que me traigan los Reyes, nunca lo que quiero que me regalen. Cuando un dependiente me habla de las compras de Reyes, yo hablo de la carta. Como si hubiera niños delante. Da igual en casa, en la calle, en un centro comercial, en un restaurante o en el parque. En persona o por teléfono. Nunca se sabe…

Y los maestros somos guardianes con una responsabilidad especial, ya que a determinadas edades conviven en las aulas personitas que están a ambos lados de la línea de la inocencia. Nunca olvidaré la charla que se llevó un pobre alumno mío de 3.º de Primaria hace unos años por su caligrafía ininteligible y las faltas de ortografía. Porque escribir bien no es para hacer dictados o fichas. Vamos a ver... Es para las cosas importantes. ¿Cómo narices van a entender los Reyes Magos qué tienen que traer y a quién si no entienden la letra y la carta no va firmada? 

Tal vez me pasé un poco... Me pregunto qué pensará ese niño de aquella situación, ahora que han pasado los años.

Estos días hemos visto al hombre más poderoso del mundo (un gran poder conlleva una gran resposabilidad, o eso se supone) preguntándole a una niña de 7 años si aún cree en Santa Claus. Y también a un padre que ha creado una web para demostrar a su hija que efectivamente los Reyes Magos existen. Es fácil decidir de qué lado estar.

Así que en estas Fiestas, adultos de toda condición: tomad conciencia de vuestra misión. Da igual si tenéis hijos, sobrinos, amigos con prole o no. Si hay algo mágico que hay que cuidar en estas fechas, es la ilusión de la infancia. Es algo que nos afecta a todos. Cuidad lo que decís, por favor. Sois guardianes de la ilusión, no lo olvidéis.


Y ante preguntas comprometidas… mientras sea posible, contestemos sabiendo que no estamos mintiendo: 

“por supuesto que es cuestión de magia”.

Si necesitáis inspiración, podéis ver esta pequeña joya:  "El origen de los guardianes."