Subir una montaña.
Llegar al destino.
Respirar.
Recrearse en todo lo que se puede observar desde tan alto...
y desplegar las alas.
Esa podría ser una buena imagen de lo que siento al cerrar 2022. Un año que tanto me ha dado, personal y profesionalmente.
Sueños cumplidos, nuevos proyectos. Descubrimientos, encuentros y reencuentros llenos de emoción.
Energía, seguridad, aprendizaje. Salud. Mucho Amor.
(Todo lo que quiero conservar y hacer crecer).
Desde ese punto en la montaña también se aprecian mejor los nubarrones de tormenta y las rachas de aire gélido que se clava debajo de la piel. Miedo por las amenazas que no puedes controlar, ya sea cerca y lejos.
(Lo que deseo que desaparezca. Con todas mis fuerzas).
Apuramos los últimos momentos de 525.600 minutos. Como dice la canción, ¿cómo medir un año en la vida?
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