viernes, 10 de agosto de 2012

Yo también fui a EGB

Anda Facebook revolucionado con un blog catapultado por su correspondiente página de fans: Yo fui a EGB. Se confirma una vez más que las ideas más sencillas son las más efectivas. 

Era tan fácil como hacerse una pregunta de perogrullo: ¿qué tienen en común la gran mayoría de los usuarios de las redes sociales? Ni ideologías, ni música, ni deporte (bueno, ahora que estamos en plena vorágine olímpica y después de la segunda Eurocopa ganada por España, el deporte tal vez sí)... son capaces de generar un sentimiento de pertenencia que una a tantas personas a la vez como la nostalgia. 

Según un estudio difundido por Facebook el año pasado, un 60% de los usuarios de Facebook (casi 8 millones de personas) tienen entre 25 y 44 años. ¡Y resulta que todos los que tenemos entre 23 y 47 años hicimos EGB! Encima somos unos sentimentales y nos vuelve locos echar mano de los buenos recuerdos y compartirlos a los cuatro vientos. 

Noches de viernes con el Un, dos, tres y sábados por la mañana con La Bola de Cristal, las series de dibujos de los fines de semana a las tres y media, los rotuladores Carioca, las gomas de borrar Milan... y la moda, dónde quedaron aquellos ciclistas fluorescentes con las camisetas de Acid a juego. Qué tiempos... Eduardo Aldán sacaba todo eso a relucir en "Espinete no existe" de forma brillante. Pero salías del teatro y como mucho lo comentabas con quien hubieras ido y al día siguiente con los compañeros de trabajo y poco más.

Con "Yo fui a EGB" se demuestra la teoría del alcance exponencial de las redes sociales. Empezaron hace dos años, hace apenas un mes contaban el seguidor 200.000 y hoy ya somos más de medio millón. Ves que un amigo hace click en "Me gusta" a una foto de tu libro de Sociales de sexto (los de EGB no hicimos Conocimiento del medio, ¿¿pero eso qué es??) y dices... pues a mí también. El resto es historia. Yo misma no pude evitar la tentación de colgar una foto de la colección de Los Jóvenes Castores que mi hermano (que también hizo EGB) tiene puesta en su habitación. Así a mano, como si algún día fuera a coger uno de los libros para ver las instrucciones de cómo hacer un fuego o algo...

El éxito de este blog está en la propia naturaleza humana. Los buenos recuerdos y el niño que la mayoría conservamos agazapado dentro forman una parte muy importante de lo que es cada uno.

Este post está inspirado por una cena memorable con mis compañeras de colegio de toda la vida. Con algunas no sólo hice EGB, sino preescolar, BUP incluso COU. Siempre se mantiene contacto con alguien, o te encuentras por el barrio de vez en cuando... yo tengo la suerte de tener entre mis amigas más cercanas (de esas que se cuentan con los dedos de la mano) a varias del colegio. Pero la realidad es que se pierde la pista de la mayoría.

Año 95. Termina COU y cada quién emprende su camino. Y resulta que 14 años después, Facebook obra el milagro. Nos encontramos, nos juntamos en una comida y, cosas de la vida, nos caímos bien. Así, sin más. Desde entonces nos hemos ido viendo de cuando en cuando... ya van tres años. Cada quedada más divertida que la anterior.

No hay nada como ver un vídeo de una actuación de 3º de BUP para darse cuenta. Estilismo noventero y dosis de cotilleo en la que no faltó la calificación a los profesores. Algunos aprobaron con nota, y dejaron huella. Y viéndolo me pregunto... ¿y yo cómo no me dí cuenta con 15 (en vez de con 27) de que a mí lo que me gusta de verdad es BAILAR?


Ahora tenemos exactamente el doble de la edad que teníamos cuando terminamos el colegio. Los años te dan perspectiva y filtran la importancia de las cosas y sobre todo, desvanecen los estereotipos. La niña guapa, la empollona, la gordita, la macarra, la pasota, la golfa o la gamberra. Etiquetas o estereotipos de los que sólo consigues deshacerte cuando empiezas la siguiente etapa. Cuando sales de la seguridad de lo conocido y te abres a un mundo de gente nueva en el que puedes empezar de cero y darte a conocer sin una mochila a la espalda. 


Lo bueno de tener la posibilidad de reencontrarte con esas personas que habías dejado atrás muchos años después es que compruebas que las etiquetas se han descolorido a base de lavados y de los palos que la vida reparte a diestro y siniestro. 


Bien pensado, a lo mejor no hubiera sido tan difícil, con un poquito de voluntad y tirando de agenda de teléfonos, seguir en contacto. ¿Recordáis, aquel tiempo lejano en que escribíamos a boli en una agenda los teléfonos fijos de las casas de nuestros amigos? Incluso NOS SABÍAMOS los números de teléfono de las "mejores amigas" y por supuesto sus fechas de cumpleaños... Impensable hoy.

Pero tal vez sea necesario que tengan que pasar 
14 años para que no sea el fin del mundo una se liara con el ex de otra (¿o no era ex?...). Y para descubrir que el vínculo que te une con las personas con las que has pasado tantas y tantas horas es más fuerte de lo que parecía en su momento. De repente nos encontramos ayudando a una que lanza un proyecto, apoyando a otra que busca trabajo, "megusteando" las fotos de nuestros niños, disfrutando de la felicidad de quien está enamoradísima y a punto de pasar por el altar, contándonos nuestras cosas como si nos viéramos todos los días. 

Y riéndonos, riéndonos muchísimo.











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