"Tal vez las estrellas sepan cuándo no estamos formulando los deseos adecuados".
Esta hipótesis forma parte de lo que escribí hace tres años en el post Luna Azul (en realidad no), con motivo la última que se produjo antes de la de esta noche.
Efectivamente, aquel deseo no se pudo cumplir, pero no se puede renegar de las estrellas. Lo que sucede, conviene, como dice una amiga.
Creo que la sabiduría es, en parte saber, diferenciar entre lo que deseamos y lo que nos conviene. Viendo todo lo sucedido entre estas dos Lunas Azules, la conclusión es que debí de pedir el deseo a una estrella sabia.
Nunca se puede saber dónde te hubieran llevado los pasos de un camino que no tomas, pero sí sé que el camino que tomé como alternativa a ese deseo frustrado, más largo y más exigente, era el camino adecuado. El que me estaba esperando. El que tenía que construir paso a paso.
Este año he vuelto a salir a ver la Luna Azul.
No era tal, pero eso ya lo sabía. Pálida, como cada día. Brillante, imponente. En esta ocasión no he visto ninguna estrella fugaz, así que no he podido pedir ningún deseo. Pero hacía un frío bendito después de estos días de infierno de asfalto en Madrid, la Luna himnotizaba y he disfrutado, simplemente, del momento.
Olor a lluvia,
Luna Azul. Noche
embriagadora.
(haiku)
Habrá una nueva Luna Azul el 18 de enero de 2018.